miércoles, 26 de agosto de 2009

Choque feminista

Resulta que con la dieta y mis 459 gramos menos, el cerebro como que se anduvo perjudicando y mis neuronas tan bien ponderadas ellas, se vierón levemente afectadas provocando mi primera ida a una comisaria en la vida. Mientras le contaba mi versión de los hechos al amigo en el camino, viéndolo todo serio tomando nota de mi declaración, que estuvo bien ajena a la realidad porque quise simplificarle la vida al mundo, así que la cambié para el beneficio de todos. Imaginándome que mi petición era nada en comparación a la cantidad de cosas que uno ve en lugares como esos, con tanta persona con cara de potencial reo de alguna cárcel, y era como el alivio del día atenderme a mí. Según yo nada más.
El incidente fue sólo por el hecho de haber sido incapaz de calcular el espacio entre mi auto y la micro, por lo que el pobre loremovil 2.0 quedo con sendo machucón en su puerta, más todo el color blanco de la micro dibujando lindas y maravillosas rayas, que lucí orgullosa cuando vi el resultado de mi pésima maniobra. Para sacar aplausos, porque soy el colmo de lo mina, demasiado mina para todo, buena para comprar, para las pilchas, los perfumes, zapatos y hasta para chocar!. Puntos para mí. Porque desde el 2003 que no chocaba con nada que no fuera una reja ó un pilar del mall, pero nunca jamás algo que me hiciera llevar el vehículo a taller y me quedará sin él por unos días, ya que siempre arreglaba todo con pasta de pulir, que hace maravillas con las rayas de pintura de los autos que se me acercan mucho y en síntesis todo daño automovilístico quedaba en el olvido con mi tarro de pasta mágica de pulir, que fue mi salvación en mis inicios de conductora, camuflando cualquier distracción al volante con leves consecuencias. De todas maneras la gracia fue tan miníma que creo que sólo dara para pocos días sin mis ruedas y el seguro cubre el siniestro, que no da ni para tragedia en realidad, mucha palabra para algo tan pequeño.
Así quedando cualquier ser en libertad para decirme lo que sea por el incidente, en el cual mi copiloto juraba que vería el túnel, pero apenas fue un ruidito y yo seguí mi camino cantando a todo ritmo con el taco de la hora, sin faltar el conductor aburrido que miraba mi auto y luego veía mi felicidad en notorio manifiesto; es que son cosas que pasan, como dijo mi papá que hasta se enorgulleció cuando vió el calidad de mi incidente, porque como nunca me había pasado nada, y mi integridad física no estuvo ni cerca del riesgo. Finalmente fue el alivio de la vida ver lo poco y nada del daño, de todas maneras los autos que vi en la comisaria, si que daban para pensar, porque habían the real repollos de lata con pedazos de patente colgando o algunos que se decifraban como autos en alguna época, porque ahí si que quizas ni conductor quedó con la magnitud del desastre, que de seguro todos manejados por mis queridos hombres, porque resulta que en esta oportunidad fui la más fiel representante del género femenino al volante, a mucha honrra, la verdad.

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