lunes, 3 de agosto de 2009

Con-vino

Porque tengo una nueva relación, y no es sentimental.

A mis 25 juveniles años al fin me atreví, lo hice y estoy muy lejos de arrepentirme, ya que rara vez me arrepiento de las situaciones en las que soy capaz de meterme, y me sentí casi una adulta de verdad.

Una rica comida, con personajes demasiado buenos partidos, pero del tipo no.disponible.pero.te.joteo.igual, y yo como que dejo que me suban el ego y me digan lo increíble que soy.
El tema en cuestión era la degustacion de vinos con sus respectivos acompañantes culinarios, y ahí descubrí, lo que conocía como la sangre de cristo; el cabernet souvignon, ese que solo aceptaba en postres ya con el alcohol evaporado y nada más. A ese que le hice el quite durante todos estos años, porque definitivamente no iba conmigo, solo llegaba al souvignon blanc, pero me inicié ya en esto de las cepas, cuerpo, aroma y densidad, que lejos me encantó, y nunca nadie se dió cuenta que era mi debut con aquel brebaje, incluyendo un exquisito chardonnay. Porque me ví con la copa en la mano, y el ambiente era tan extremadamente ondero, que no podía evitar someterme al estilo del lugar en donde estaba, y haciéndome parte de el y todo lo que eso significaba, dí mi mejor participacion y mis notables opiniones de principiante, porque yo hice del chamuyo una profesion, porque cada vez que sea necesario se aplica esta técnica, siempre y cuando sea en extremo profesional para no chacrear el poder que tenemos algunos, de hasta autoconvencerme de lo que soy capaz de reproducir la vez que la situacion lo amerite, y no porque haya estado precisamente tomando vino, sino que era pura fluidez social. Además creo que ni sentí tanto el tema del vino, es que era la situación, la que te absorvía y ese poder de la socializacion que adquiero tan rápido, es que si una cuando tiene el don de mary rose, no hay nada mas que hacer. Salud!

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