miércoles, 13 de enero de 2010

Un verano sin naranjas


Escucho la canción del verano naranja y me deprimo, porque según las noticias y el entorno, el común de los mortales ya se compró todas las hawaiinas de mil, bikinis, pareos y cosas para irse de vacaciones a dedo, en bici, auto, bus o avión, y una se tiene que quedar trabajando como pobre que es, porque no se podrá mandar a cambiar en la época estival ya que tiene más trabajo que esclavo africano del siglo uno, y la gente diría que una debe agradecer el trabajo que se tiene, que gracias a lo que mi papá invirtió en universidad se puede disfrutar ''laboralmente'' lo que mi cerebro me dá y no hay más y no creo ser menos agradecida por querer irme a tirar de guata al sol a algún balneario, pero dá lo mismo si tendré que guardarme las veraniegas ganas hasta marzo, para salir como mucha gente linda que hay, y pescar a divo de un ala y llevarlo a ''veranear'' justo cuando ande toda la humanidad nacional pagando patentes, comprando uniformes y pensando en la semana santa,y yo creyéndome la muerte total.

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